En Filipinas, pescadores de Isla Manaet se preparan para la próxima tormenta
En la madrugada del pasado mes de noviembre, el pescador Julian Bata, de 64 años, y su esposa se despertaron por el aullido del viento contra su techo de hierba seca y el fuerte crujido de los truenos, sonidos demasiado familiares para los miembros de su comunidad costera en la isla de Manaet, en Filipinas.
Apenas unas semanas antes, ellos soportaron la ira del tifón Quinta y sus intensos vientos y lluvias. Muchas de las casas dañadas de la comunidad aún no habían sido reparadas.
La isla de Manaet está situada frente a la costa de una de las regiones más propensas a las catástrofes de Filipinas, Albay, que alberga un volcán activo, el monte Mayon. La región suele enfrentarse a múltiples peligros debido a su geografía y ubicación.
A finales de octubre pasado, las autoridades del gobierno local ya habían advertido a Tatay Julian (padre de familia) y a las comunidades de Bacacay sobre la llegada del tifón Goni, conocido localmente como “Rolly”. Sus representantes locales instaron a las familias a asegurar sus pertenencias, hacer las maletas y evacuar a las zonas de seguridad designadas.
Antes de evacuar a su familia, Tatay Julian se apresuró a revisar el estado de su barco de pesca, el cual ató con seguridad y escondió bajo una pesada lona junto a su pequeña casa de nipa (kubo, en filipino), situada a unos 200 metros de la orilla. La pesca —su principal medio de vida —se había interrumpido debido a las inclemencias del tiempo. Sin embargo, Tatay Julian tenía que asegurarse de que su barco estaba a salvo e intacto para poder volver a hacerse a la mar, una vez pasado el tifón.
“Estamos acostumbrados a los tifones”, recuerda Tatay Julian. “Até el barco y luego evacuamos porque estamos situados a sólo 200 metros de la orilla”.
Lo mismo ocurre con Judy Besin, de la isla de Manaet, y su esposo, un pescador que recurrió a la cría de cerdos como fuente alternativa de ingresos en medio de la pandemia de la COVID-19. El rendimiento de la pesca no había sido bueno a causa de los tifones y necesitaban encontrar otros medios para alimentar a sus tres niños y niñas. Sólo podían permitirse comprar un cerdo, y esperaban venderlo por unos 12.000 pesos filipinos (unos 240 dólares) una vez que el anima fuera lo suficientemente mayor.
“No tenemos otros medios de vida aparte de la pesca y la cría de cerdos”, dice Judy.
“La vida en la isla es muy dura. Estamos muy lejos del centro de la ciudad. Cuando Rolly golpeó, nos evacuaron. Nuestra familia vive junto a la costa. Cuando volvimos, todo lo que teníamos estaba destruido, ¡pero nuestro único cerdo sobrevivió!”
Poco después de la evacuación, se dieron cuenta de que Rolly no era un tifón cualquiera. Llegó a ser conocido como el ciclón tropical más fuerte que azotó Filipinas en 2020, dejando al menos 20 muertos, desplazando a otros 89.000 en Albay y afectando a casi dos millones de personas en 26 provincias de la isla de Luzón. La región de Bicol soportó los violentos vientos y las lluvias torrenciales del tifón, haciendo volar los tejados, derribando estructuras y provocando graves inundaciones y desprendimientos de tierra.
Y sin que los habitantes de Bicol lo supieran en ese entonces, ellos sólo tendrían unos días de respiro de la destrucción de Rolly antes de que otro tifón azotara la región —Ulysses (Ulises, en español). De hecho, ocho tifones entraron en Filipinas entre el 11 de octubre y el 11 de noviembre de 2020.
Junto con la pandemia, la sucesión de tifones ha trastocado los medios de vida de los pescadores de la isla de Manaet y los ha dejado sin ingresos durante un largo período.Se destruyeron casas y barcos de pesca, y Manaet quedó desconectada y sin electricidad durante meses.
En enero de 2021, dos meses después de Rolly y Ulysses, el PNUD fue contratado por el Gobierno Provincial para ayudar a rehabilitar los medios de vida en las zonas gravemente afectadas de Albay. Entre los destinatarios de esta iniciativa se encontraban mujeres y microempresarios, agricultores, tejedores y pescadores como Tatay Julian.
La ayuda para la subsistencia, facilitada por el PNUD, que comenzó en marzo de 2021, llegó a 460 personas de los siete municipios seleccionados gracias al apoyo de la iniciativa del consorcio para el desarrollo de Bicol (Bicol Consortium for Development initiative, BCDI, en inglés).
Además, la FAO ha ayudado a los pescadores afectados a restablecer sus medios de vida y mejorar su seguridad alimentaria y su nutrición. La FAO pretende restablecer los recursos agrícolas y pesqueros perdidos mediante el suministro de productos agrícolas y pesqueros esenciales, transferencias de efectivo para satisfacer las necesidades alimentarias inmediatas y permitir a los agricultores y pescadores reanudar la agricultura y la pesca.
Aunque la pandemia de la COVID-19 sigue impregnando todos los aspectos de la sociedad, los pescadores de Bacacay esperan poder convertir el apoyo a los medios de subsistencia en un ingreso sostenible. La próxima vez que Tatay Julian y otros pescadores de las comunidades costeras sean despertados de su sueño por el estruendo de un tifón, no tendrán que preocuparse por dónde conseguirán su próxima comida o cómo podrán permitirse reconstruir sus hogares.
Esta historia se basa en historias publicadas anteriormente por el PNUD (Parte 1 y Parte 2) e información de la FAO . El apoyo editorial fue proporcionado por Lyla Peng y Paul VanDeCarr de la Oficina de Coordinación del Desarrollo. Para más información sobre el trabajo de las Naciones Unidas en Filipinas, visite Philippines.UN.org. Para saber más sobre los resultados de nuestro trabajo en este ámbito y en otros, lea el informe de la presidenta del GNUDS sobre la Oficina de Coordinación del Desarrollo.