Vivir y amar con VIH: Una publicación de una Coordinadora Residente de la ONU
Hace seis años, Thitiwatt Sirasjtakorn se enteró de que era seropositivo (VIH positivo), lo cual supuso un momento en su vida en el que luchó por comprender lo que eso significaba y casi había renunciado a vivir. Sin embargo, aquí es donde comienza su historia.
El Sr. Sirasjtakorn logró superar el estigma y la discriminación y decidió revelar públicamente su condición de VIH positivo en las redes sociales y educar a las personas sobre el VIH a partir de sus experiencias, convirtiéndose hoy en una voz influyente en Tailandia.
La red de personas que viven con el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) trabaja activamente junto con el gobierno y la ONU para promover las pruebas del VIH, abogar por campañas de prevención y abordar la discriminación. Todos podemos hacer más para apoyar sus esfuerzos.
Eso comienza con la lucha contra el estigma y la discriminación que aún prevalecen en todos los sectores de la sociedad. Las personas que viven con el VIH siguen enfrentándose al estigma y la discriminación en todas partes: en el trabajo, en la escuela, en el hogar, en los entornos de salud y en la comunidad. La discriminación no solo lastima a individuos o grupos de personas, lastima a todos.
Estudios realizados en diferentes países del mundo muestran que todavía hay personas que no quieren comprar alimentos preparados por personas que viven con el VIH, o padres, madres y representantes que no quieren que sus hijos/hijas asistan a la escuela con estudiantes que viven con el VIH. Estas ideas y actitudes están firmemente basadas en la ignoranciam y ponen en peligro la vida de las personas que viven con el VIH. Existe una clara evidencia de que las personas no acceden a la atención médica que necesitan debido al estigma y la discriminación.
Hasta el día de hoy, todavía existen muchos conceptos erróneos sobre el VIH. El virus no se puede transmitir a través de la saliva, las lágrimas o el sudor y solo se puede encontrar en los fluidos corporales, como la sangre, el semen, los fluidos vaginales y la leche materna. Por ejemplo, abrazar, dar la mano, compartir baños, compartir platos y besar no transmiten el VIH. Se transmite a través del sexo con penetración, la transfusión de sangre, el intercambio de agujas contaminadas en los entornos de atención de la salud y el uso de drogas, y entre la madre y el bebé durante el embarazo, el parto y la lactancia.
Varios métodos han demostrado ser muy eficaces para reducir el riesgo de contraer el VIH, incluidos los condones masculinos y femeninos, el uso de medicamentos antirretrovirales (ARV) y el tratamiento de las personas que viven con el VIH para reducir la carga viral y prevenir la transmisión.
También existen conceptos erróneos sobre la situación de salud de las personas que viven con el VIH, ya que el tratamiento con ARV tiene beneficios que cambian la vida. El tratamiento permite que las personas que viven con el VIH se mantengan sanas, mantengan su calidad de vida y tengan una esperanza de vida similar a la de quienes no viven con el VIH.
Éxitos y desafíos
Tailandia está a la vanguardia de la respuesta al VIH con un sólido sistema de salud pública que proporciona tratamiento antirretroviral (antiretroviral treatment, TAR, en inglés) cubierto por su plan de cobertura universal de salud, que se extiende a aproximadamente el 80% de las personas que viven con el VIH. Entre los que reciben tratamiento, el 97 por ciento tiene supresión viral.
Veinte años de evidencia muestran que los tratamientos contra el VIH son altamente efectivos para reducir la transmisión, con hallazgos claros de que las personas que tienen una carga viral indetectable no pueden transmitir el VIH por vía sexual. Esto cambia la vida de las personas que se sienten liberadas del estigma asociado con vivir con el VIH y puede proporcionar una fuerte sensación de ser agentes de prevención del VIH.
Tailandia también ha logrado avances considerables en la reducción de la mortalidad asociada con el VIH, con una disminución del 44% de las muertes relacionadas con el sida de 2010 a 2019, de 25.000 a 14.000 respectivamente.
Sin embargo, quedan desafíos considerables. El país tiene una de las tasas de prevalencia más altas de la región de Asia y el Pacífico, con aproximadamente medio millón de personas que viven con el VIH.
Si bien las infecciones están disminuyendo, están aumentando entre los hombres jóvenes que tienen sexo con hombres; también están aumentando las tasas de otras infecciones de transmisión sexual.
‘Las personas que viven con el VIH deben ser tratadas y amadas como los demás’
“No es que tener el VIH sea normal–el VIH no es normal”, dijo un representante de jóvenes de la Red Tailandesa de Jóvenes que Viven con el VIH, que pidió no ser identificado. “Pero las personas que viven con el VIH son normales. Tienen el potencial de otras personas y deben ser tratados y amados como los demás”. Añadió que normalizar el VIH no significa ignorar las buenas prácticas y el sexo más seguro.
La epidemia afecta de manera desproporcionada a las poblaciones clave, a menudo aquellas que ya están sujetas a un estigma que las empuja a los márgenes de la sociedad y agrava los riesgos para la salud pública.
El Sr. Sirasjtakorn ha que educar a las personas sobre la prevención del VIH y reducir la tasa de transmisión del VIH sean la misión de su vida. Su trabajo, sin embargo, necesita el apoyo de todos nosotros, que comienza con informarnos sobre el VIH para acabar con la ignorancia, el estigma y la discriminación. Solo entonces tendremos una sociedad verdaderamente resiliente y saludable.
El artículo original en inglés fue publicado en UN News (Noticias ONU).