COVID-19 es como una tormenta, una tormenta atronadora y poderosa a lo largo de todo el mundo. Si no lo sabíamos antes, ciertamente ahora sabemos dónde están los agujeros en nuestros techos o dónde no hay techos. Vemos cada vez más claramente quién se empapa, quién se muere y quién permanece seco.
Nuestro mundo ha alcanzado un hito desgarrador: la pandemia de COVID-19 se ha cobrado ya dos millones de vidas. Detrás de este número abrumador hay nombres y rostros: una sonrisa que ya solo es un recuerdo, un sitio en la mesa que siempre estará vacío, una habitación donde resuena el silencio de alguien querido que no volverá. En memoria de esos dos millones de almas, el mundo debe ser mucho más solidario.
A finales de 2020, COVID-19 había acabado con la vida de casi 2 millones de personas y dejó a muchos millones más con lesiones duraderas. También condujo a mayores crisis a nivel de salud, empleo, educación, violencia doméstica, migración, y más. Son muchos fuegos que apagar. Pero las Naciones Unidas están diseñadas para hacer frente a muchos desafíos a la vez.
En su primer gran discurso del año, el Secretario General de la ONU subrayó la necesidad de cooperación mundial para abordar los desafíos actuales, como la pandemia de COVID-19 y el cambio climático.
Pocos países del Caribe tienen la huella digital (presencia en Internet) que tiene Trinidad y Tobago. La ‘caballería virtual’ de este país se ha vuelto tan conocida que la misma ha sido apodada ‘Trini Twitter’.
Quedan 10 años para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, también conocidos como ODS. Los mismos constituyen la ambiciosa lista de tareas pendientes para la prosperidad y la paz que los países y territorios del mundo acordaron en las Naciones Unidas en 2015.
La pandemia de COVID-19 ha sacudido al mundo en su núcleo, profundizando las desigualdades preexistentes. Esta crisis mundial ha intensificado la violencia contra las mujeres y las niñas, y ha impedido aún más que mil millones de personas que viven con discapacidades obtengan acceso a la educación y a servicios vitales para salvar vidas.
Con una población de solo 18 millones de personas, Malawi resulta ser un país bastante pequeño. Esta nación se encuentra entre los países más pobres del mundo. En el 10% inferior del Índice de Desarrollo Humano.
Nos enfrentamos a una pandemia devastadora, a niveles nunca antes vistos de calentamiento global, a nuevas cotas de degradación ecológica y a nuevos reveses en nuestra labor en pos de los objetivos mundiales de un desarrollo más equitativo, inclusivo y sostenible.