Con motivo del inicio de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos que se celebra en Lisboa, he decidido escribir este blog para compartir un mensaje sencillo e importante: sólo tenemos una tierra y un océano, y todos tenemos la responsabilidad de defender nuestro planeta, de alimentar, restaurar y proteger sus sistemas y recursos naturales.
Las sequías se han convertido en un urgente problema mundial. Agravadas por el cambio climático inducido por el hombre y la desertificación, amenazan a todo tipo de países, repercutiendo negativamente en la seguridad alimentaria y el desarrollo socioeconómico. Y las perspectivas no son tranquilizadoras, ya que las sequías pueden afectar a más de tres cuartas partes de la población mundial en 2050.
Construido originalmente en 1976 como súper buque petrolero y convertido en una instalación flotante de almacenamiento y descarga una década más tarde, el navío contiene un estimado de 1,14 millones de barriles de crudo ligero – lo que equivale a cuatro veces la cantidad del infame derrame de petróleo del Exxon Valdez en 1989. Las operaciones de mantenimiento del petrolero se suspendieron en 2015 a medida que se intensificaba la guerra civil. Desde entonces, el buque se ha deteriorado de forma irreparable y ahora corre el riesgo inminente de derramar millones de barriles de petróleo en el Mar Rojo y sus alrededores.
Alrededor de 60 mil familias han recibido llamadas de esperanza gracias al apoyo de miles de voluntarias/os, una estrategia de cooperación liderada entre tres agencias ONU: WFP, PNUD y el Programa de Voluntarios ONU, mediante el voluntariado virtual ‘Nutriendo esperanzas, protegiendo familias’.
El Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, declaró el miércoles en una conferencia de prensa para presentar el último informe sobre las repercusiones del conflicto en la seguridad alimentaria, la energía y la financiación, que los efectos de la guerra en Ucrania han generado una grave crisis del coste de la vida de la que ningún país o comunidad puede escapar.
Los "bosques sagrados" representan una de las fuentes de biodiversidad más valiosas de Côte d'Ivoire y ofrecen una amplia variedad de beneficios sociales, económicos y medioambientales. En las últimas décadas, estos bosques y las riquezas que albergan se han ido deteriorando rápidamente y ahora se enfrentan a una seria amenaza de desaparición.
Nuestros equipos de las Naciones Unidas están sobre el terreno, trabajando con los gobiernos y las principales partes interesadas para reforzar las respuestas de los países a la pandemia de COVID-19, ayudando a garantizar una recuperación armoniosa.
El 5 de junio, la ONU celebra el Día Mundial del Medio Ambiente, un día para recordarnos lo frágil y amenazada que está la naturaleza, y lo mucho que todos dependemos de ella para vivir y prosperar. En Côte d'Ivoire, la ONU está ayudando a preservar y garantizar la gestión sostenible de una de las fuentes de riqueza natural más valiosas del país: los "bosques sagrados".
Nuestros equipos de las Naciones Unidas están sobre el terreno, trabajando con los gobiernos y las principales partes interesadas para reforzar las respuestas de los países a la pandemia de COVID-19, ayudando a garantizar una recuperación sin problemas. Diariamente abordan una serie de prioridades multifacéticas e iniciativas clave—desde la acción climática hasta la igualdad de género y la seguridad alimentaria—y utilizan enfoques innovadores para la resolución de problemas a fin de servir mejor a las comunidades. A continuación se presentan algunos de los aspectos más destacados de su trabajo este mes.
Llegaré a Bangkok, Tailandia, para participar en la 78ª sesión de la Comisión Económica y Social para Asia y el Pacífico (CESPAP). Allí se reunirán los líderes de la región, junto con las partes interesadas, para debatir e idear un programa de recuperación sostenible tras la COVID-19, bajo el lema "Un programa común para avanzar en el desarrollo sostenible en Asia y el Pacífico". Durante mi estancia en Bangkok, me reuniré con líderes, con los equipos de las Naciones Unidas en los países, con representantes de la juventud y con organizaciones de la sociedad civil.