COVID-19 es como una tormenta, una tormenta atronadora y poderosa a lo largo de todo el mundo. Si no lo sabíamos antes, ciertamente ahora sabemos dónde están los agujeros en nuestros techos o dónde no hay techos. Vemos cada vez más claramente quién se empapa, quién se muere y quién permanece seco.
A finales de 2020, COVID-19 había acabado con la vida de casi 2 millones de personas y dejó a muchos millones más con lesiones duraderas. También condujo a mayores crisis a nivel de salud, empleo, educación, violencia doméstica, migración, y más. Son muchos fuegos que apagar. Pero las Naciones Unidas están diseñadas para hacer frente a muchos desafíos a la vez.
En su primer gran discurso del año, el Secretario General de la ONU subrayó la necesidad de cooperación mundial para abordar los desafíos actuales, como la pandemia de COVID-19 y el cambio climático.
Un poeta y compositor llamado Jotamont escribió que las islas de Cabo Verde son “Diez Pequeños Granos de Tierra” en el medio del Atlántico—una pequeña nación archipiélago a 500 kilómetros de la costa oeste de África. Las Naciones Unidas (ONU) ha estado allí presente apoyado a la nación de Cabo Verde durante sus 45 años de independencia
La pandemia de COVID-19 ha sacudido al mundo en su núcleo, profundizando las desigualdades preexistentes. Esta crisis mundial ha intensificado la violencia contra las mujeres y las niñas, y ha impedido aún más que mil millones de personas que viven con discapacidades obtengan acceso a la educación y a servicios vitales para salvar vidas.
Nos enfrentamos a una pandemia devastadora, a niveles nunca antes vistos de calentamiento global, a nuevas cotas de degradación ecológica y a nuevos reveses en nuestra labor en pos de los objetivos mundiales de un desarrollo más equitativo, inclusivo y sostenible.
Para los 16 días de activismo contra la violencia de género, el llamado de la ONU a “pintar el mundo de naranja” se acompaña de la reivindicación urgente de “financiar, responder, prevenir y recopilar”, es decir, subsanar las brechas de financiación, asegurar servicios esenciales para las sobrevivientes de la violencia, y centrarse en la prevención y en la recopilación de los datos que necesitamos para adaptar y mejorar los servicios que salvan vidas de mujeres y niñas. Este año les pasamos el micrófono a ellas para escuchar sus relatos.
Amina J. Mohammed, la número dos de las Naciones Unidas (ONU) ha subrayado la importancia de la implementación completa e integral del histórico Acuerdo de Paz de 2016 en Colombia, para permitir comunidades sostenibles y resilientes tras la pandemia del coronavirus.